Antonio Arney
Estructuras y Valores - Piraquara
El Museo Oscar Niemeyer trae al público de Piraquara, tierra natal del artista Antonio Arney, la exposición “Estructuras y Valores”. Sus coterráneos podrán ver en esta muestra un poco de la larga y consistente trayectoria, con más de 60 años de producción artística.
Artista
Antonio Arney
Curaduría
Adolfo Montejo Navas & Eliane Prolik
Período de exhibición
De 13 de junho de 2019
Hasta 28 de julho de 2019
Local
Casa de la Memoria Manoel Alves Pereira
Av. Getúlio Vargas, nº 67 - Centro, Piraquara - PR
Imágenes
fotografía: Gilson Camargo
fotografía: Gilson Camargo
fotografía: Gilson Camargo
fotografía: Gilson Camargo
fotografía: Gilson Camargo
fotografía: Gilson Camargo
fotografía: Gilson Camargo
fotografía: Gilson Camargo
fotografía: Gilson Camargo
fotografía: Gilson Camargo
fotografía: Gilson Camargo
fotografía: Gilson Camargo
El Museo Oscar Niemeyer trae al público de Piraquara, tierra natal del artista Antonio Arney, la exposición “Estructuras y Valores”. Sus coterráneos podrán ver en esta muestra un poco de la larga y consistente trayectoria, con más de 60 años de producción artística.
Las obras en madera de Arney nos remiten a un mundo construido en respeto a la naturaleza, proveniente de los árboles y del saber agregar elementos, así como los valores de la vida: el paisaje, la ciudad, los otros, la casa o una arquitectura social.
El artista nos señala nuevos significados, potencias y descubrimientos y nos lleva a reflexionar sobre el reuso, la sostenibilidad y el reciclaje, así como sobre la importancia de la memoria de las cosas, del tiempo, temas siempre actuales y relevantes.
Al traer un poco del Museo Oscar Niemeyer a otros municipios del Estado a través de itinerancias, la institución extiende su actuación. Al mismo tiempo, deja una invitación para la integración cada vez mayor de la cultura paranaense.
Juliana Vellozo Almeida Vosnika
Directora-presidenta del Museo Oscar Niemeyer
Dentro del espíritu constructivo brasileño, tan venerado como importante, la obra de Antonio Arney representa una rara excepción estética para el panorama del arte. Por el momento histórico del cual forma parte y por la geografía desde donde se proyecta, esta lateralidad temporal y local, con respecto a una lengua franca artística, significa una poética, una savia nueva, una cosmovisión y una incorporación de elementos heterodoxos, no catalogados hasta entonces en ese repertorio visual.
Se trata de una obra ascética que gira en torno a una misma matriz generadora, que es, al mismo tiempo, abstracta y matéric, profundizando y modulando una investigación coherente con sucesivas variaciones, modulaciones. Un lado serial insospechado y sumergido de su trabajo; quiere ser más infinito o variable que delimitado o fijado (su pintura es iconográficamente obsesiva en su investigación de campo, como en Morandi, Fontana, Volpi, Mondrian, Van Velde, entre otros).
De hecho, la conciliación de un proyecto riguroso y una materialidad erosionada, permite que esta pintura encarne en su construcción cierto perfume de las cosas (memoria o función). Nos acerca a ellas, ya sea por los inusuales elementos en juego (chapas de madera, tornillos, papeles teñidos, antepechos, objetos), ya sea por la disposición visual de su configuración (formas, iconografía, colores). Un corpus que es singular por erigir una imaginería paradójica de elementos geométricos a través de materiales usados y de desechos, aportando una oblicua porosidad pintura-mundo. Es un collage inusitado que se ofrece como ventana, escenario o incluso fachada arquitectónica, en la memoria del tiempo y del mundo (el eslabón de la vida, el espacio, la representación).
Sin embargo, aquí, la ilusión pictórica es negada: esta pintura no quiere resumirse en la pura bidimensionalidad, en el estricto límite del plano (su característica ilusionista o de visión más allá). La propia superficie está redimensionada con una aprehensión y sensación espacial diferente, más física. En su última pintura-arquitectura llena de cúpulas, arcos, arcadas, frisos, columnas, ventanales, persianas... se construye un tipo de arquitectura-objetual, es decir, casi una maqueta pictórica. ¿O serían modelos de una pintura-arquitectura mayor?
De cualquier forma, hay una solicitud de presencia y relación que se amplía en esta pintura, pues las piezas “esculturizadas” de Arney quieren traernos a una contingencia, una proximidad y no a un escapismo visual o una fantasía lejana de quien huye del aquí y ahora. Y a pesar de las composiciones simétricas, del manifiesto equilibrio de sus cuadros, su contribución simbólica no es trascendentalista sino fruto de la era de la incertidumbre en la que estamos instalados.
El medio siglo de producción del artista representa un legado y nos invita a reconocer un mapa pictórico propio, autodidacta y particular. La provocación estética en la obra de Arney realinea el desperdicio y subyuga los órdenes visuales dominantes. Como un constructo para la supervivencia, enseña a conjugar reacomodos: nosotros con los demás, las cosas, la ciudad, la naturaleza. Es el tiempo para percibir posibles cambios en activación, nuevos apegos o juegos.
De este modo, la omnipresente materialidad de esta pintura montada, atornillada, corregida parece simbolizar el poder callado de sus imágenes. Entonces su áspero secreto, mitad real-irreal o ficticio, en suma, es el lugar de lo inmaterial donde las formas y las estructuras son un valor, una pauta permanente de trabajo. El imaginario de Arney (más cerca del suelo que Rubem Valentim, otro constructivo fuera de los estándares) se crea a través de ecuaciones visuales que nunca revelan la incógnita: al valor de lo exacto se une el valor de lo irregular, como dos medidas-estructuras per se, contradictorias del artista, de su lenguaje independiente. Esta pintura mantiene una doble vida precaria. Promete una alegoría visual intrigante: esa dialéctica entre la transparencia y la opacidad – “ficciones útiles”, según Artur Freitas – no se quiere resolver nunca. En el fondo, toda la obra de Antonio Arney representa un espacio pictórico entre cosas disímiles, una poética del intervalo.
Adolfo Montejo Navas & Eliane Prolik
Curadores
Visita la exposición
Período de exhibición
Hasta 28 de julho de 2019
Local
Casa de la Memoria Manoel Alves Pereira
Av. Getúlio Vargas, nº 67 - Centro, Piraquara - PR