El Mundo Mágico de los Ningyos

Una de las mayores colecciones de arte asiático en América Latina, que pertenece a la colección del Museo Oscar Niemeyer (MON) gracias a una generosa donación de tres mil obras realizada por el Profesor Fausto Godoy, se presenta aquí en una selección muy cautivadora.

'El Mundo Mágico de los Ningyos' lleva al público las admirables muñecas japonesas que, en ese país, van más allá del juego infantil. Mucho más que juguetes, son objetos de fuerte simbolismo, revelando costumbres y cultura japonesas.

Organizada por el Museo Oscar Niemeyer, la exposición cumple con la misión más noble e importante del museo de difundir el conocimiento y democratizar el arte y la cultura.

Al presentar esta importante dimensión simbólica y estética de la cultura japonesa, el MON invita a la reflexión sobre las manifestaciones culturales de diferentes regiones y países y sobre lo que nos conecta como individuos y como sociedad.

Juliana Vellozo Almeida Vosnika
Directora-Presidenta del Museo Oscar Niemeyer

Los Ningyos ocupan un lugar en la sociedad japonesa muy diferente al de las muñecas en Occidente. Para nosotros, son juguetes, mientras que en Japón, son objetos llenos de significados milenarios, evocando una atmósfera mágica y ritualista. Son muy valiosos, frágiles y se guardan como tesoros familiares. Las muñecas presentadas aquí pertenecen a la excepcional colección asiática donada por el embajador Fausto Godoy al Museo Oscar Niemeyer y forman un conjunto significativo.

La exposición se abre con los Gosho-Ningyos, niños regordetes y adorables con caras amigables. Se dan como regalos auspiciosos, deseando salud, éxito o protección, y su nombre significa 'procedentes del palacio'. La mayoría de las piezas pertenecen al Hina Matsuri (Día de las Niñas), celebrado en Japón el 3 de marzo, cuyo objetivo original era asegurar un buen matrimonio para las niñas. El altar representa una corte imperial del período Heian (794-1192). Hay 15 figuras dispuestas en una escalera roja de siete peldaños, siguiendo un orden estricto: la pareja imperial, tres damas de la corte, cinco músicos, dos guardias, tres heraldos y, en los dos últimos escalones, ofrendas o accesorios. También es costumbre regalar Kyobinas a las niñas en este día; son muñecas delicadas que simbolizan la belleza.

El Gogatsu-no-Sekku (Día de los Niños) se celebra cerca de finales de mayo. Durante esta celebración, los Musha-Ningyos, figuras impresionantes con armadura completa y rostros enérgicos y orgullosos, se exhiben. Representan a los samuráis, cuyas cualidades de coraje, honor y lealtad los padres desean para sus hijos varones.

Mágico y encantado, el sofisticado mundo de los Ningyos representa el amor de los padres por sus hijos, el eterno deseo de que los niños y niñas tengan éxito y sean felices.

Denise Mattar
Curadora

Ningyo, la forma humana

Tan pronto como llegué a Tokio en 2001, me interesaron unas muñecas que se vendían en las ferias de antigüedades de la ciudad, a veces al aire libre. Ningyo significa “forma humana”: nin (humano, gente) y gyo (forma). En Japón, estas muñecas tienen una función más amplia que la de un mero juguete. Son una celebración de la infancia y el crisol de la esperanza de los padres por una vida armoniosa y exitosa para sus hijos.

No están destinadas al juego y no forman parte del universo lúdico de los niños. Más bien, son fetiches cargados de simbolismo. Se exhiben durante unos 15 días en fechas específicas – el Día de las Niñas y el Día de los Niños – y luego se recogen, se guardan cuidadosamente en cajas y se transmiten de generación en generación. A veces se descartan para siempre, especialmente aquellas que no cumplieron su propósito, ya que se cree que han acumulado energía negativa.

Algunas se ofrecen al visitar a un recién nacido y representan emperadores y emperatrices, jóvenes hermosos, samuráis, personajes del Noh, entidades benevolentes, bebés saludables, es decir, toda una gama de individualidades que revelan los ideales más profundos del colectivo (sub)consciente japonés.

Los objetos presentados aquí han abarcado los últimos 200 años de Japón y muestran un aspecto poco explorado pero extremadamente rico del alma y la cultura japonesas.

Fausto Godoy